“Vuelve la tradición: quiere decirse que vuelve la escuela española de nuestros siglos mejores, asentada en la Parroquia y la familia y adornada con las virtudes nacionales de disciplina, jerarquía, misión y hermandad (…) Frente al naturalismo político, nosotros colocamos la espiritualidad católica; frente al mentido respeto a la conciencia del niño, nosotros afirmamos la necesidad del dogma; frente al rousseanismo del hombre, nosotros proclamamos la caída de nuestro pecado original; frente a la felicidad ofrecida en su escuela con los goces materiales, nosotros predicamos la necesaria derrota de las pasiones humanas y la temporalidad de los bienes terrenos; frente al concepto darwinista, oponemos la existencia de un alma infundida en nuestro ser con destellos divinos; finalmente, frente a las teorías de un racionalismo pagano, nosotros afirmamos la existencia de la fe, de la revelación y la sabiduría de Dios (…) Todas estas diferencias justifican la contrarrevolución que España necesita en el orden pedagógico”
Romualdo de Toledo director del Servicio Nacional de Primera Enseñanza
¿Cuál fue el impacto que se produjo en el Magisterio en el proceso de depuración?
La purga fue muy grande, y la mayoría de los maestros/as de un modo u otro sintieron el miedo, frustración e incertidumbre con este proceso, que alteró en todos los sentidos a la educación. El magisterio queda mermado después de la depuración no solo físicamente, también psíquicamente. La mayor dureza represiva recayó en aquellas zonas con más urbanas y secularizadas, con tradición de luchas sociales, y que fueron referente de la causa republicana y antifascista, aún así se extendió a todo el País.
La escuela quedó desmantelada. En la escuela tutelada por los golpistas no se aprendía nada, no merecía ir, solo se cantaba himnos y se rezaba. El franquismo hizo a la escuela insufrible, no se iba a aprender. La represión hizo que se perdiese un colectivo de maestros preparados, con ideas modernas y avanzadas y, su pérdida fue irreparable para la calidad de la enseñanza, supuso un retroceso brutal en la calidad de enseñanza muy posterior pues, en lo que más coinciden los testimonios recogidos, es en la enorme talla profesional y humana de los asesinados y destituidos. Para ocupar sus puestos de trabajo, en un primer momento fueron curas y “gentes de orden” quienes lo hicieron, siendo después excombatientes del bando golpista, maestros en prácticas o estudiantes de magisterio que no habían terminado los estudios los que ya usurparon ‘legal’ e indefinidamente su magisterio.
El vecino de Gayangos, Félix López, fue un compendio de lo que hemos escrito hasta ahora, pero también un ejemplo de la situación de inviabilidad a la que se sometió a la escuela española, no solamente los contenidos y los métodos fueron regresivos, sino que llenaron la escuelas de inútiles de la Falange.
Félix López Pereda, era vecino y maestro del pueblo de Gayangos (Merindad de Montija). Implicado en su comunidad fue concejal en el ayuntamiento de Montija en representación de las Juventudes Socialistas Unificadas en la gestora de 1936. Félix se vio obligado a abandonar su pueblo con la ocupación de los nacionales. Tras ejercer un tiempo como maestro en Bilbao de los niños que iban a ser enviados a Rusia, es capturado en Santander donde un consejo de guerra le condena a cuatro años de prisión que cumple en el penal de Santoña. Como al resto de los maestros, y especialmente a los republicanos, se le abre expediente de depuración, como consta en el Archivo General de la Administración Ministerio de Educación Nacional Expedientes de depuración de maestros nacionales 32/12437 1937-1939.
Cuando regresa a Gayangos, su puesto en la escuela lo ocupa un falangista, pero él continuó dando clases en su casa incluso a los propios hijos del alcalde, ya que la mayoría de los maestros impuestos por el régimen franquista tras la Guerra Civil no tenían ninguna cualificación, por lo que muchos vecinos optaron por llevar a sus hijos a casa del maestro republicano para que pudieran seguir aprendiendo. Años después de la vuelta de la familia a la localidad burgalesa, el cura, en una nueva “demostración del sometimiento”, fue a pedirles el conocido entonces como el ‘impuesto religioso’, los Diezmos y Primicias. Fue vano ya que Félix López se negó siempre a dar esa prebenda. Félix apareció muerto años después en un intercambiador de tren en Ávila. Félix López, maestro de escuela de Gayangos no murió en la cárcel, pero le mató la represión y la persecución.
Tras la brutal depuración del cuerpo de maestros que articuló el ministerio de Sanz Rodríguez, a la Falange se encomienda el control (comisario político) y encuadramiento del personal docente. La práctica totalidad de los maestros formaron parte del SEM (Servicio Español de Magisterio), “forja y acción de los maestros falangistas”. El sentido patriótico y religioso está en la base de aquella nueva política educativa y cultural. Se restituyó a la iglesia su poder en educación, a la par que se convertía a la enseñanza pública en subsidiaria de la privada en manos de las órdenes religiosas.
Arribas era dibujante habitual del periódico El Socialista, de donde proceden estos chistes.
El magisterio fue el colectivo profesional idóneo para socializar a los niños en los principios del Nuevo Estado. Junto a la iglesia, la escuela -y el maestro como su agente-, fueron los instrumentos de adoctrinamiento que se servía de los cantos, de los rezos, de los símbolos, de las celebraciones, y de otros rituales escolares que tenían como objetivo, además la estética y el discurso del franquismo, la humillación y el sometimiento de las posibles voces y conciencias discordantes.
Para realizar esta tarea de propaganda de la escuela, no era necesario un maestro bien formado. Bastaba con un magisterio obediente y temeroso que dedicara su energía y de su trabajo a legitimar el Nuevo Estado. Estos son algunos de los procedimientos establecidos para seleccionar a los maestros: Por una lado el adoctrinamiento feroz: Es constante presencia de la dimensión religiosa y falangista en su formación y el control de la administración y la propia iglesia en el cumplimiento de la norma moral, religiosa y política, además del encuadramiento obligatorio.
Por otro lado el trato de favor que recibieron algunos colectivos por su adhesión al régimen (por ejemplo, el caso del Cuerpo de Mutilados de Guerra por la Patria). El favoritismo se reconoció legislativamente, una Ley de 26 de enero 1940 convocaba un concurso para proveer 4.000 plazas de escuelas al que solamente podían concurrir los oficiales provisionales, de complemento y honoríficos que poseyeran el título de maestro, bachiller o certificado de estudios equivalentes y siete meses, al menos, de servicio activo en el frente de batalla. Otro ejemplo del favoritismo legal que se dio de manera continua y generalizada, en las oposiciones de octubre de 1940, sólo podían presentarse quienes, junto al título académico, acreditaran su adhesión absoluta al nuevo Estado, y fueran, además de militantes de Falange, oficiales provisionales o de complemento, o excombatientes, o excautivos, o miembros de la extinguida Corporación del Magisterio o de los Cruzados de la Enseñanza, o huérfanos de guerra, o miembros del SEM con cinco años de servicios interinos en escuelas o entidades de sentido católico y nacional. Hasta 1945 no hay convocatoria de oposiciones abierta a todos los españoles, aunque continuaría siendo necesaria la adhesión al Movimiento. Aún durante los primeros años setenta, para acceder a los estudios de magisterio había que presentar certificado de buena «conducta moral pública y privada» de las fuerzas vivas (cura, guardia civil) y el requisito formal de adhesión al Movimiento. En la misma época, en los tribunales de oposiciones estaban representados la Iglesia Católica y el Movimiento (por la presencia de un sacerdote y de un vocal del Frente de Juventudes o de la Sección Femenina).
Impacto del golpe de franquista sobre el capital humano en la educación
Recapitulando y generalizando la historia de Félix López, las consecuencias de la represión no fueron neutras en términos de capital humano.
Afectó primeramente a los profesores e intelectuales que abandonaron el país en masa y fueron objeto de purgas. El alcance de las depuraciones e impacto de la represión, como hemos visto más arriba, fue un tremendo mazazo a la calidad del sistema educativo. Pero también y sobre todo afecto más a los educandos.
La miseria en la que sumió al País y los intereses de las nuevas clases dominantes diezmaron las inversiones en educación. Igualmente las necesidades de supervivencia de las clases populares produjeron una caída de la escolarización.
Se produjo un drástico cambio de la política educativa, no interesa una educación universal y básica por lo que se abandona de la primaria, dando primacía de la secundaria y universitaria, en gran parte en manos de los curas, otra vez. La reducción drástica del gasto en la educación primaria entronca con la tradición de las clases dominantes, el franquismo en esa línea contribuyó al aumento de desigualdades en términos educativo: provocando altos niveles de exclusión, una desproporcionada atención a la educación superior (en manos de la religión), y una en desinversión primaria.
Todo ello supuso una descapitalización, por sus efectos negativos en el capital humano. Todo ello desmoralizó a las masas excluyéndolas del sistema educativo y al mismo tiempo que se las mataba de hambre y perseguía políticamente.
lasmerindadesenlamemoria 