Todo tenía su cara y cruz, mientras se depuraba cruelmente a los vencidos. El acceso al empleo era para los héroes de la patria: mutilados, cautivos, excombatientes y los familiares de los mártires. La Cruz era de los perdedores, detrás de cada derrotado había un destituido, la mala saña de los fascistas no cesó nunca en cuarenta años. La minuciosidad represiva, la depuración y persecución se extendió hasta el último rincón y por supuesto la economía.
El trabajo, como todo lo escaso se racionó en la España de posguerra, se convirtió en una parte del botin de la victoria, era la recompensa recompensa para todos aquellos que habían colaborado con la sublevación. Para ello se escribieron las leyes y decretos de depuración que hemos visto. Continuamos revisando la parte económica y laboral de la represión franquista, como lo hicimos en la entrada Los puestos de trabajo botín de guerra. O con la depuración del Magisterio y de los ferroviarios.
Estimados lectores y lectoras dejamos en vuestras manos los ejemplos concretos, bien si no quereis que se publiquen vía correo electrónico (merinmemo@gmail.com) o mejor para que se publiquen introduciendo directamente un comentario al pie de esta entrada.
No pretendemos remover viejas heridas, sino nuestras cabezas con la reflexión que nos permita abordar el futuro de forma que el favoritismo y el enchufismo, de los que el franquismo fue un ejemplo extremo, sean desterrados para siempre de la vida española. La justicia, la rectitud y la honradez no tienen bando, aunque siempre formaron parte del ADN de los republicanos históricos.
Todos los beneficios para los adeptos, esa era la otra parte de la moneda: la cara. Y con toda la cara se organizó un este reparto malintencionado de puestos de trabajo en la administración, en empresas, o en el partido, reside una de las bases del apoyo social inquebrantable de la dictadura. Hemos visto anteriormente la ferocidad con la que arremetieron, por ejemplo, contra con los maestros, pero el Régimen franquista promovió a los suyos, a los ganadores, a los elegidos del sistema. Así que cuando el trabajo era escaso y estaba solamente reservado a mutilados, excombatientes… Un trabajo aunque mal remunerado, era mucho más de lo que se podía soñar, y contribuía aun más a la división de la sociedad, entre los que comían y salían adelante y los que no.
La administración pública fue el mayor ejemplo de la política enchufista de la historia de España, el enchufe formó parte de la legislación. La desviación llego a tal punto que se convirtió en necesario ser militante de Falange para acceder a los empleos municipales. En general parte de los puestos de trabajo, públicos y privados, se destinaban a excombatientes o heridos de guerra franquistas, así la administración se copó por entusiastas del régimen. Según la ley del 25 de agosto de 1939, el 80% del concurso oposición a categorías inferiores para excombatientes y mutilados de guerra, alfereces provisionales, presos en zonas republicanas y familiares, huérfanos de la represión republicana,… así se aseguraba el trabajo a los más fieles. No entramos en aspecto como la judicatura, que siempre fue coto para los más fieles y pudientes, hoy todavía son notables los rescoldos que permanecen.
El trabajo privado. Aunque aparentemente el trabajo en el sector privado no se vio tan manipulado como el público, ocurrió de forma paralela, aunque existen honrosas excepciones. Los dueños, y solo quedaron los franquistas como propietarios, participaron de forma activa de aquel aquelarre de impunidad y barbarie. Con estos mimbres s se configuró la sociedad española de mediados de siglo, con las medidas a favor de los ganadores, filosofía que ha perdurado en la mente de los españoles, junto al miedo, hasta hace bien poco tiempo ha sido visto como normal.
El chollo continuo. Los ciudadanos que se posicionaron a favor del golpe de estado, los adeptos, tuvieron leyes que les facilitaron la vida. El ser miembro de la Falange fue el medio de acceder a un puesto de trabajo y de un trato de favor. Consiguieron puestos arrebatados a los “rojos”, propiedades, negocios, terrenos… Las familias que perdieron algún miembro con los franquistas recibieron las medallas de sufrimiento, pensiones, trato especial. A los mutilados de Guerra se les hacía una evaluación, se les daba una pensión y algún negocio dependiente del estado (tabaco, correos, gasolinera, trabajo en el ayuntamiento…. Incluso en estos tiempos de hambre, con el racionamiento, suponía comer, el hacerse falangista salvo del hambre a más de una familia.
En fin, con la ausencia de Justicia y la paz, repartieron el botín de guerra entre los suyos.
a quienes pertenecen las tierras de los pueblos en silencio «huidobro» etc gra
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