¿Esperando a Joel?

El 9 de diciembre de 1931 se aprobaba la nueva constitución republicana. Uno de sus artículos más polémicos fue el 26 que consagraba el laicismo. Recogemos algunas de las reacciones en Las Merindades.

En una colina de la localidad menesa de Vivanco se halla Cantonad, donde cada 8 de mayo se celebra la fiesta. En un artículo del 8 de mayo de 1930 se escribía este comentario. “Ridículo es, pues quiere proscribir el culto externo y público, tan debidos, en estos días de verdadera calamidad a la Virgen, parapetándose tras ofuscadas doctrinas que no denotan en el fondo otra cosa que el advenimiento de los días vaticinados por Joel, profeta”.  Ahí es nada. Joel profetizó una época de grandes conmociones para Israel, una enorme plaga de langostas había consumido la vegetación de los campos, por lo que no había pasto para las ovejas y el ganado, ni tampoco había follaje en los árboles. En un breve lapso de tiempo, lo que antes había sido la tierra verde y floreciente se había convertido en desolación. Más claro agua, todavía en plena dictablanda la iglesia amenaza con las más terribles plagas si alguien pretende cuestionar su “poder”. La iglesia, acostumbrada a regular nuestra vida desde el nacimiento a la muerte, se encontraba en continuo conflicto por su pérdida de protagonismo social y de privilegios.

En las Merindades van a dejar blanco sobre negro la gran tensión ideológica existente en la sociedad, donde la Iglesia es la punta de lanza de los que quieren conservar los poderes como están, un gran ejemplo es la mencionada intervención del cura en la fiesta de Cantonad. La democratización de la sociedad española que trajo la República fue acompañada por un impulso laicista, cuya consecuencia inmediata fue la perdida de privilegios de la Iglesia católica. Así ésta se convirtió, desde los comienzos, en la mayor opositora a la República, y de paso, en un acicate continuo contra las reformas sociales. Ello la convirtió en el ariete de los privilegiados y en el sustento ideológico de todas las conspiraciones, y del fallido golpe de estado de 1936 que derivó en la guerra civil, a la que denominó Cruzada.  En aquel momento la iglesia española de los años 30, contaba con 20.000 religiosos, 60.000 monjas y 35.000 sacerdotes.

Pero la iglesia no hablaba en nombre de todos sus fieles. Los sentimientos en su seno eran políticamente diversos y contradictorios, aunque las jerarquías eran aliadas de las clases privilegiadas. El clero se muestra dividido en el acatamiento al régimen republicano, mientras el cardenal Segura, cardenal primado de Toledo, lanza una violenta diatriba antirrepublicana en su pastoral del 1 de mayo de 1931, a los 15 días de proclamación, el periódico «El Debate», fundado en 1911, por Ángel Herrera Oria, muestra una visión accidentalista de la República, en el sentido de que la Iglesia es eterna y las formas de gobierno temporales.

Esta tensión continua desde los inicios del nuevo régimen, y como hemos visto, el establecimiento del laicismo en las escuelas hizo surgir las primeras desavenencias. El sistema educativo tenía una fuerte presencia religiosa tanto en los centros de los religiosos como en las escuelas nacionales.  Así, días después, en mayo de 1931 el cronista de El Castellano afirmabadesde Torme: solemnes han resultado los actos religiosos que el primer domingo de mayo se han celebrado esta parroquia, comienzo de la cruzada eucarística que han emprendido los sacerdotes de esta conferencia…Hay que confesar la fe a gritos en estos tiempos en que muchos católicos se avergüenzan de ser católicos hasta en el seno de sus familias. Viva Cristo Rey. Unos días después el cura de san Millán de Porres, administrador del conde de Revilla, era denunciado por falta de escrúpulos religiosos, aprovecha el púlpito para su campaña, diciendo pestes de los republicanos, coloca pasquines a la puerta de la parroquia y despotrica en todas formas contra la República

Si la reciente República no tuviera escasos frentes, una porción de curas trabucaires, le proporcionaban alguno más.  Sobre todo, en estos pueblos pequeños, donde lo de acudir los domingos a misa era hábito corriente, y en ella se encontraban con las inflamadas homilías antirrepublicanas del párroco. Curas y caciques andaban embarcados en lo mismo, en fastidiar al prójimo lo máximo posible. La Iglesia católica mantuvo desde el comienzo una posición beligerante con el nuevo régimen, su más alto representante el cardenal Segura provocaba con pastorales.  El primero de mayo de 1931 el cardenal Segura, cardenal primado de Toledo, lanza una violenta diatriba contra la República “Para que pueda sobrevivir la Iglesia, hay que destruir la República. Los católicos deben destruir a los enemigos de Cristo”.  Por aquellos tiempos al obispo de Vitoria se le intervienen unos documentos, al ir a cruzar la frontera, por los que Segura ordenaba la venta de bienes eclesiásticos en España y el envío del producto de la venta fuera del país, para preparar la insurrección

Desde el principio la Iglesia comienza a interpretar como persecución religiosa las decisiones tendentes al laicismo que se dan desde la República. Corren peligro las conquistas de la civilización cristiana y se nos quiere imponer la barbarie (se disuelven órdenes religiosas se confiscan sus bienes, se prohíbe la enseñanza religiosa, se considera delictivo el grito de Cristo Rey, se desmoraliza el matrimonio…

En la línea de laicización de la administración pública, en Sotoscueva se produce la retirada del Sagrado Corazón del salón, el 27 de mayo de 1931, en sesión extraordinaria para la desentronización, con la plaza llena de gente de Cornejo, las tres Hornillas, Bedón, Pereda y Butrera. Finalmente se traslada la imagen a la casa de la presidenta del apostolado doña Magdalena Martínez. Se entona el himno de la Merindad estrenado el día de la entronización hace 4 años. En Criales de Losa se celebró la fiesta del Sagrado Corazón, el 12 de junio, según el cronista, José María Baranda, párroco de Cillaperlata, “digno de ser señalado con piedra milenaria, porque demuestra un nuevo avance de su fe y de su piedad. No es ello poco en estos tiempos de incredulidad y de abandono y hasta de descocada libertad, con la que tantos parecen han solucionado el problema de la felicidad.

En noviembre de 1931 en Villarcayo, la catequesis dio comienzo en esta parroquia el domingo último y durante todos los días del invierno y la primavera funcionará esta importante institución de necesidad imperiosa e ineludible, en estos tiempos en que los centros culturales del Estado han de prescindir de la instrucción religiosa, manera única que puede eficazmente oponerse a la inmoralidad, egoísmo, odio y barbarie que todo lo invade y que hace presagiar días luctuosos para la humanidad…

LA NUEVA CONSTITUCIÓN

El punto álgido llega con la nueva legislación, aumentando la oposición con el artículo 26 de la Constitución: Todas las confesiones religiosas serán consideradas como Asociaciones sometidas a una ley especial. El Estado, las regiones, las provincias y los Municipios no mantendrán, favorecerán, ni auxiliarán económicamente a las Iglesias, Asociaciones e Instituciones religiosas. La constitución republicana planteaba la existencia de un Estado laico, se proclamaba “la libertad de conciencia y el derecho a profesar y practicar libremente cualquier religión siempre que no se ofenda a la moral pública […].   Entre otras medidas, se anulaban las ayudas públicas hacia instituciones religiosas, que ejercían la industria o la educación, se ordenaba la disolución de la Compañía de Jesús por negarse a acatar las leyes del Estado, y la sumisión de la Iglesia a las leyes tributarias.

Otros cambios que no estuvieron exentos de conflictos, fueron: La secularización de los cementerios, la retirada de los crucifijos de las escuelas… la búsqueda de la laicidad pública llevó a un intenso “combate religioso”.  También trajo una crisis de gobierno, con la retirada de los republicanos de derechas. Estos meses es la escuela pública la que se convierte en el centro de sus protestas, debido a que la extensión del laicismo a la enseñanza conllevó la retirada de los crucifijos de las escuelas y la supresión de la asignatura de religión. En estas tensiones se celebró la primera semana santa bajo el régimen republicano.

A inicios de 1932, en todo Burgos hay un movimiento contra el laicismo escolar, como en Briviesca, de donde se reciben noticias de las manifestaciones celebradas el domingo para protestar por haber quitado el crucifijo de la escuela de niñas… Los ánimos están excitados en todo el pueblo. En Oña se registra una manifestación antilaicista, por haberse retirado el crucifijo de las escuelas, los alumnosno asisten a clase, y los católicos recorren las calles dando vivas a Cristo Rey y pidiendo que se reponga el crucifijo. En Mena lo reflejaban así:Han sido quitados los crucifijos de las escuelas nacionales en este Valle, habiendo causado hondo sentimiento en los padres de familia de verdaderos sentimientos católicos. Así mismo se ha producido hondo disgusto con el decreto de disolución de la ínclita Compañía de Jesús. O en Espinosa, bajo el título laicismo en las escuelas, se ha obligado a retirar la efigie del crucifijo, se ha impuesto la ejemplar costumbre de que sus hijos la lleven prendido del cuello. Muchos niños la llevan al cuello, pero en nuestras escuelas se oponen a que lo tengan visible durante la clase, como la profesora Manuela Revuelta.

LA LEY DE CONGREGACIONES

Finalizaba el segundo año de la República. Eran muchos los nuevos cambios que iban impulsando la modernización del País, siendo los que tenían que ver con la laicización de la vida pública los que más conflicto social traían. El camino laico traerá unas cuantas leyes, además de las escolares. En marzo de 1932 la ley de divorcio; en junio de 1933 la ley de congregaciones… El titular de portada del Pueblo Vasco de 17-5-1933 decía: al aprobar esta era La ilusa demencia de los que imaginan que la legislación de estas Cortes ha de ser intangible e imperecedera. La Carta Colectiva del Episcopado habla de que la Iglesia tiene el derecho inviolable a la docencia.

En una carta enviada a El Liberal en aquellos momentos de tensión, un ciudadano aseveraba desde Montija: De todos los grandes problemas que interesan a la regeneración de nuestro pueblo no conozco uno tan interesante como la educación nacional… Quien se lea el texto de la ley de congregaciones religiosas y no esté obcecado por un fanatismo cerril, puede apreciar como España se incorpora al espíritu de nuestra civilización que consiste en separar más y más cada día a la Iglesia de todas las instituciones civiles participen en esta, fundamental de la enseñanza.

El Proyecto de Ley de confesiones y congregaciones religiosas, al igual que los haberes (sueldo pagado por el Estado) del clero católico trajeron consigo la “zalagarda de beata” del espectro católico. No estaban dispuestos a racionalizar la clerocracia, la cual era más presente en el ámbito rural, como en nuestra zona.

El conflicto religioso en España, sacude otra vez la actualidad de mayo de 1933, así el 17 de mayo de 1933 se aprueba la Ley de Confesiones y Congregaciones Religiosas La Constitución republicana abrió el camino a una serie de leyes para la secularización del Estado. Esa reforma se centró en cuatro puntos: secularización de los usos sociales; control de las actividades de las asociaciones religiosas; reversión al patrimonio de una parte de los bienes eclesiásticos y la eliminación de la influencia del clero en el sistema educativo. Para ello las medidas legales fueron: a) El decreto de disolución (no expulsión) de la Compañía de Jesús, de 23 de enero de 1932. b) El Decreto de secularización de los cementerios, el 30 de enero de 1932, c)La aplicación de esta medida y de otras -como la retirada de Crucifijos de las aulas escolares. d) La Ley de Divorcio, de 2 de febrero de 1932.

La ley de Confesiones y Congregaciones Religiosas, definía al Estado español como un Estado laico: “El estado no tiene religión oficial. Todas las Confesiones podrán ejercer libremente el culto dentro de sus templos. Por otro lado, se nacionaliza parte del patrimonio eclesiástico y cualquier lugar destinado al culto religioso, aunque se le dejaba a la Iglesia el uso de los mismos. También decretaba el cierre de los centros de enseñanza de la Iglesia, excepto los Seminarios. En la Enseñanza Media, la sustitución se realizó sin problemas, pero no sucedió lo mismo con la Primaria. Por fin, cuando se aproximaba el término del plazo legal para el cierre de los centros religiosos, se produjo la derrota electoral de la izquierda, y los nuevos gobernantes radicales suspendieron la aplicación de la Ley de Congregaciones, lo que permitió a la Iglesia mantenerlos abiertos.

 La respuesta a esta ley no se hizo esperar, el 3 de junio de 1933 el Papa Pío XI dedicaba la Encíclica Dilectissima nobis a «condenar el espíritu anticristiano del régimen español y animando a la unión de los católicos contra la República: «ante la amenaza de daños tan enormes, recomendamos vivamente a los católicos de España que, dejando a un lado recriminaciones y lamentos y subordinando al bien común de la patria y de la religión todo otro ideal, se unan todos, disciplinados, para la defensa de la fe y para alejar los peligros que amenazan a la misma sociedad civil«. Estas y otras manifestaciones de ruptura, así como las incendiarias prédicas de los diputados derechistas en las Cortes, acentuaron en los católicos un reflejo de persecución, hasta el punto de ser la movilización religiosa del electorado una de las causas de la recuperación de la derecha no republicana en las elecciones de noviembre de 1933.

Dejar de tener el control de la vida de las gentes enardeció a la Iglesia, además, por supuesto de la perdida de los haberes. Poco a poco se fueron haciendo normales los entierros civiles, no sin escándalos. EL Liberal del 5-5-1932 recoge como noticia que en Villasante de Montija se celebró el primer entierro civil, el de Ramona Pérez Ortega. En la ceremonia hizo uso de la palabra Raimundo Olarte de Quintanilla de Sopeña. Poco después, en octubre se celebraba un Matrimonio Civil en el juzgado de Villasana de Mena donde contrajeron enlace civilmente la bella compañera Socorro Domínguez y nuestro compañero Lorenzo Colina. (…) Al único que al parecer no agradó que nuestros compañeros se hayan unido sin antes haber pasado por la iglesia y haber sido perfumados con incienso fue a D. Manuel, el señor cura de Ribota.

La falta de mando de la iglesia se notaba en otras facetas de la vida cotidiana, así desde El Berrón en 1934, con el título ERA DE ESPERAR, llega la siguiente noticia; Como consecuencia de no haber música durante la época de cuaresma en esta villa (Balmaseda), el pasado domingo la juventud valmasedana se desplazó a los pueblos próximos, donde sin ser quizá los administradores menos católicos, tienen música para los suyos y forasteros. Donde más afluyó la juventud y hasta los mayores fue a El Berrón, por ser el pueblo más próximo, aprovechándose todos de la buena tarde de sol y de los bailes de un organillo que posee el comerciante menés Echevarría.

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