El 30 de enero de 1932 por Ley la República secularizaba los cementerios. Una decisión tan necesaria como que fuera la Administración la que se encargase de su gestión, desató de nuevo dimes y dirites.
También cambia el panorama de los camposantos, se produce la secularización, que permanecerá hasta los decretos franquistas, con siglo y medio de retraso frente a Francia. La ley, de 30 de enero de 1932, establecía que los cementerios eran de titularidad exclusiva municipal, y comunes a todos los ciudadanos, sin diferencias en función de cuestiones confesionales, por lo que se debían derruir los muros internos, creándose un recinto único. Otra vez más, la Iglesia pierde su preeminencia, ya que los cementerios debían dejar de tener una vinculación religiosa, excepción hecha de las sepulturas en sí. Los ritos religiosos funerarios podían realizarse en la sepultura. También se posibilitaba la cremación, una modalidad con mejores condiciones higiénicas. La finalización de la Guerra Civil significará una vuelta atrás en lo que se refiere a los enterramientos.
Esto llevó el conflicto a los plenos, como en Espinosa donde, a propuesta del concejal Patricio Pérez Calabria,se acuerda incautarse del cementerio, según la ley de secularización. Con el voto en contra de Sergio G. Solano y Félix López Revuelta. Una comisión, integrada entre otros por: Serapio López Alonso (2ºtnt alcalde), Lorenzo Villar, secretario; alguaciles; Antonio Estébanez, veterinario; José Ortega, oficial de telégrafos, lo incautó. Arrancaron la puerta y pusieron el letrero de CEMENTERIO MUNICIPAL. El corresponsal de Pueblo vasco hablaba de la “persecución que se hace a nuestra Santa Madre Iglesia y de no haberse autorizado las tradicionales procesiones”. En Montija también se produjeron rifi rafes en el pleno entre el concejal radical socialista Rasines, que quiso formular una protesta por hacerse los ritos católicos en el exterior de los templos y cementerios. Le salió al encuentro el señor Galaz.
Todo estaba lleno de contrainformaciones y bulos, así en una carta desde Espinosa señalan: Derribo de cruces, las puestas sobre las puertas de los cementerios parroquiales (ahora municipales), han sido derribadas de forma inculta y poco respetuosa, desconocemos al autor. Como si fuera un acto premeditado de persecución religiosa. Días después escriben aclarando que ns fueron destrozos, que fue un accidente al desmontar la cruces de la entrada.
La Iglesia cada vez tomaba abiertamente más parte en la política, conspirando contra el régimen Republicano y haciendo política desde el púlpito. En el 1932 hubo varias amonestaciones como la multa al fraile Silvino Nebreda por el sermón pronunciado en Mercadillo; por hacer política, al cura de Pereda, al clérigo monárquico de Espinosa por pronunciar sermones políticos. Por el gobernador se ha impuesto una multa de 50 pesetas al cura de Espinosa, quien en un sermón profirió fuertes críticas al régimen republicano; al párroco de Colina Benito Tamiño; al cura de Virtus (Bezana) por hacer tocar durante la misa la marcha real. En marzo de 1932 se había impuesto una multa de 50 pesetas al párroco de Arroyo de Valdivielso, Ignacio García Mata, por sus ataques a la República desde el púlpito.
