El Monasterio de Oña, 1932.

El 23 de enero de 1932, aplicando la constitución se decreta la disolución de los jesuitas, anteriormente en 1767 se les había expulsado. La aplicación de la resolución tiene influencia en el Monasterio de Oña.

A caballo entre la Bureba y las Merindades se encuentra el monasterio de San Salvador de Oña, antiguamente muy influyente y vinculado a los condes de Castilla y primeros reyes castellanos; siendo sus fundadores el Conde de Castilla Sancho García y su esposa, Urraca Gómez, allá por el 1011. Además de su gran valor artístico, en él reposan dos Condes de Castilla, don Sancho García y su hijo García Sánchez; y dos reyes de Navarra, don Sancho II «el Fuerte» de Castilla y don Sancho III «el Mayor» de Pamplona. Una visita imprescindible.

El Noticiero Bilbaíno del 28-8-31 señala que en Espinosa se tomó el acuerdo de solicitar la expulsión de las órdenes religiosas sin distinción de clase. Según el corresponsal con esta inoportuna determinación, no refleja el Ayuntamiento el sentir del pueblo y se separa de la verdadera misión de la corporación municipal. Una moción similar fue rechazada en Burgos 13 votos frente a 9. Así estaban las cosas, cuando en enero de 1932 se decreta la Disolución de la Compañía de Jesús y la confiscación de sus bienes en base al Artículo 26 de la Constitución, para los que estatutariamente sigan una obediencia distinta de la legitima del Estado.  

En 1880 los jesuitas habían comprado el monasterio de Oña a un particular, que lo había adquirido en la época de la desamortización de los bienes eclesiásticos, y construyeron así su propia biblioteca, con 80.000 volúmenes al servicio de las facultades de Teología y Filosofía, Los Jesuitas, transformarán el monasterio en Colegio Máximo y Universidad Pontical. El mueble-biblioteca, de tres plantas, fue desmontado en 2001 por la Diputación Provincial de Burgos y colocado en el Centro Cultural de San Agustín, y la parte importante de los libros acabaría en la Universidad de Deusto.

Los años treinta fueron nefastos para el Monasterio de Oña, se iniciaron con incendios, continuó con la disolución de jesuitas, las dudas de su futuro, la colonia de vagos y finalmente como hospital de guerra. En poco más de un año se produjeron tres incendios en los jesuitas de Oña, septiembre de 1930, octubre de 1931 y el que seguidamente se reseña, en enero de 1932.En septiembre de 1930, en el Colegio de San Francisco Javier de los jesuitas, quedó destruido el pabellón dedicado a la enseñanza teológica. Acudieron bomberos de Medina, Villarcayo, Briviesca y de la capital. A las doce estaba apagado. El viento no contribuyó, de lo contrario la biblioteca hubiese ardido. Se supuso que el fuego había sido debido a la inflamación del hollín. De nuevo, en octubre 1931, se incendió el convento, quemándose la parte baja del tejado correspondiente al campanario cuyos capiteles se derrumbaron con estrépito.  La narración del incendio de enero de 1932…Anoche los vecinos vieron que del lugar donde estaba instalado el laboratorio de Biología salía llamas y humo… Quedaron destruidas 25 habitaciones, el laboratorio de física y las clases de Filosofía. El número de alumnos era 350 más los profesores. Acudieron bomberos de Medina, Miranda, Villarcayo y Burgos. Se salvó la biblioteca que contiene 61000 volúmenes.

Cuando se ordenó la disolución de la Compañía de Jesús, por negarse a acatar las leyes del Estado y la sumisión a las leyes tributarias, se pretendió confiscar los bienes de los jesuitas, pero estos pasaron a manos de los Obispos, cuando no a una organización católica mediante venta ficticia. En febrero de 1932 las autoridades se hicieron cargo de los edificios de los jesuitas, en cumplimiento del Decreto que disolvía la orden. Respecto al edificio de Oña, unos acreedores habían presentado una demanda. En este proceso aparece el “propietario” del colegio de Oña se hace cargo de la finca que ocupaban los jesuitas. El padre ministro (RP Benito) manifestó al representante de la autoridad que se trataban de dos propiedades distintas, una finca rústica con algunas edificaciones y el antiguo monasterio. Las llaves de la primera fueron entregadas a Álvaro Varón Torres apoderado del americano Thomas Atherton que alegó ser el propietario. Las del monasterio se entregaron al depositario del juzgado de Briviesca Pablo Sáez López.

En febrero, el día anterior a la despedida de los jesuitas de Burgos e incautación de la casa de Oña, el Gobernador Civil Sr. Solsona, el delegado de hacienda Sr. Zambalantegui, el teniente coronel de la Guardia civil Sr. Terán, y un abogado del Estado Ángel Gutiérrez fueron a Oña a incautar el edificio.  De la biblioteca habían desaparecido los volúmenes más valiosos, y en otras dependencias objetos de inestimable valor. El alcalde Rebolleda solicitó al gobernador hacer un Instituto, de alumnos internos, para compensar al pueblo.

En abril de 1932 se nombra administrador a Cesar Arce del comité republicano de Oña quién, en cumplimento las órdenes del delegado de la Junta de Incautación, organizó el reparto de los artículos alimenticios que existían en las cocinas del Colegio Máximo de los jesuitas, consistentes en arroz, alubias, azúcar, lentejas, café sin tostar, aceite y pimentón.

Durante un tiempo se suceden diversas propuestas para el futuro de las instalaciones del Monasterio: manicomio, colonia de trabajo,….

La casa de la compañía de Oña para manicomio. En mayo de 1932 escribió Isidoro Sanz González una columna bajo el título: “Hace falta un manicomio provincial”, a lo largo del cual justificaba la necesidad que tenía la provincia de Burgos de una institución de este tipo, y glosa las características ideales del Monasterio de Oña. Un año después vuelve a Insistir en la construcción del manicomio provincial. El edificio es magnífico, amplio, con abundante caudal de agua para todos los servicios y con una huerta extensísima. No se diga que el monasterio no puede ser adaptado para manicomio, pues tiene más de trescientas habitaciones con sus puertas y ventanas y amplios corredores y escaleras bien distribuidas…

En agosto de 1933 el director general de Prisiones proponía la residencia de Oña para colonia de trabajo. El edificio, que es amplísimo, se halla todo él en perfecto estado de conservación. El ministerio de justicia cedía el Monasterio de Oña para colonia de trabajo, con arreglo a la ley de Vagos.

Para el ayuntamiento era importante una solución, ya que la situación económica de Oña era apurada. Las tormentas habían causado la pérdida de las cosechas, no solo de cereales también de frutas y hortalizas, situación agravada por quedarse en paro las 70 familias que sostenían los Jesuitas y que ahora no tenían donde ganar un jornal

En 1934 la Diputación hacía gestiones para que el monasterio sea dedicado a manicomio o factoría, y no a lo proyectado por el gobierno para recogimiento de vagos y maleantes. El diario de Burgos señalaba: Los vecinos de Oña no quieren que se convierta el monasterio en una colonia de vagos.

La disolución de los jesuitas, unidos a la laicización hizo que la iglesia organizará una oposición al régimen en la calle, con diversas protestas como la de contra la orden gubernamental de retirar los crucifijos de las escuelas. En estas mismas fechas el líder fascista católico Benito Mussolini es recibido con gran pompa por el papa Pío XI, con motivo del décimo aniversario de su ascensión al poder.  En la celebración de San Tirso, en San Martín del Rojo (Valle de Manzanedo) decía el párroco “Tristes y agónicos los días que atraviesa nuestra religión, pero el pueblo de San Martín conserva el estigma de religiosidad y de la fe inquebrantable de sus santas tradiciones como lo ha demostrado este día para que sirva de ejemplo para los demás pueblos

ADDENDA

No hemos podido evitar añadir un hermosso texto que describe la zona del monasterio, escrito por el republicano medinés Ramón Chíes, y recogido por Txelu García, en el libro Sin sangre azul , así escribía Chíes en su periódico Las Dominicales del Libre Pensamiento, sobre su viaje a Medina pasando por Oña.  En mis recuerdos aparecían este pueblo y este país embellecidos por el transcurso de muchos años, en que siempre me aguijó el deseo de nuevamente los campos en que de niño había donde había recorrer aprendido a andar, visitar la escuela en que me enseñaron leer, subir al fortísimo castillo feudal de gallardas torres al-menadas que es la joya arquitectónica de esta comarca, y arrodillarme en la iglesia donde mi buen abuelo, con la más sana intención del mundo, enseñándome su religión católica me hizo aprender, como la tengo a usted dicho, a ser librepensador, descuido felicísimo de aquel excelente viejo, que nunca le agradeceré bastante. Y, sabiendo de experiencia cuanto el recuerdo apasionado engaña, y reconociéndome yo apasionado en favor de este país y de estas gentes, temía al llegar aquí sufrir un desencanto, hallando la realidad muy por bajo de mi recuerdo de ella.

No ha sido así, por fortuna. Trayendo como traigo en los ojos los hermosísimos de las Provincias Vascongadas, de los Pirineos y de las llanuras de Francia, he encontrado bellísimo el desfiladero de Oña, a cuya entrada, sobre el pueblo de este nombre, está situado una especie de nido de buitres, el Colegio de los Jesuitas, que es en lo que ha venido a parar el convento que el famoso Sancho García levantó para encerrar á su infame madre. Como usted ve, hay lugares predestinados acobijar las almas negras y fomentar las meditaciones tenebrosas. Nada más abrupto, intrincado y fragoso que este larguísimo y estrechísimo desfiladero, por donde el río Oca, dejando apenas espacio a la carretera admirablemente conservada, marcha, venciendo mil obstáculos y a veces literalmente encajonado entre peñas de sombríos y bizarros contornos a buscar al Ebro, que baja incierto desde Reinosa, y acaba de atravesar otra garganta, no menos terrible que esta de Oña, llamada los Hocinos.

Pasado el desfiladero, que recuerda aquellas descripciones pasmosas de lugares fragosos que hizo Homero, se halla un país llano, despejado, fresco, surcado por dos ríos de limpias aguas y pedregoso cauce, sombreado de altos chopos y corpulentos olmos, rico en sabrosas frutas, abundante en cereales, literalmente sembrado de pueblecillos o aldeas.

Ese país, amiga mía, es mi país, y el pueblo que hace en él cabeza por su importancia y vecindario, aunque la injusticia de hombres incapaces le tienen en el orden administrativo postergado, es mi pueblo natal, es Medina de Pomar, cuyo nombre le dice a usted bastante claro, que hasta allí llegó la ola árabe al desbordarse el Islam, para chocar y deshacerse en el granito ibérico-romano. Al salir a esta tierra despejada sentí una viva emoción, y creyendo que pronto se divisaría Medina, subía la delantera del carruaje, para buscar en el horizonte las características torres que me la habían de anunciar, y la conversación del mayoral que me había de ilustrar de los nombres de los lugares que recorríamos.

Pero el camino es largo y avanza por un terreno relativa- mente bajo, quedando oculta Medina hasta que, tomando al- tura la carretera, se extiende en recta perfectísima en demanda de esta villa. No necesité que nadie me dijese, ¡mírala-Yo mismo, arrasados los ojos en lágrimas, grité, sin poderme contener, ¡allí está! ¡allí está! -Y, en efecto, hacia el centro de la comarca, que rodean á todos vientos montañas altísimas, sobre una loma entre los dos ríes, Trueba y Nela, bordeada de choperas, cortando la línea azul del cielo con sus fortísimas torres almenadas y los tejados sumamente rojos de sus casas y la misera montera de zinc de su campanario, destacábase Medina,…

Acerca de Las Merindades en la memoria.

Una invitación a participar en una INVESTIGACION ABIERTA Y PARTICIPATIVA. Y simultaneamente un espacio de homenaje a las victimas. Haz algo. Contactanos merinmemo@gmail.com
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4 respuestas a El Monasterio de Oña, 1932.

  1. José-Luis RUBIO dijo:

    Un texto fundamental. Al menos en mi modesta opinión. Nativo de Miranda de Ebro, por efectos casuales, estuve una sola vez en Oña allá por el año 85 u 86. El efecto de tal edificio es impactante. Gracias por ese texto.

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  2. javiespi dijo:

    La Diputación y el Estado lo rehabilitaron e hicieron Muse0.
    El Castillo de Los Condestables por los sucesivos gobiernos municipales franquistas y después del PP siempre estuvo olvidado. Mi infancia y juventud tienen la prueba de ello.

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  3. javiespi dijo:

    Me refería al Castillo de Medina, No al Monasterio de Oña. Disculpadme.
    Aquí desconozco la cuestió del Monasterio pero entiendo que un Ayuntamiento como el de Oña no pueda gestionarlo
    .

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